Consulta a Horacio Botta Bernaus sobre la «Alcoholemia cero» en Uruguay

La Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev) redactó un anteproyecto para llevar a cero los grados de alcohol en sangre permitidos en las espirometrías que prevé presentar en 2015. Hasta ahora, se optó por una disminución gradual del límite permitido: de 0,8 (establecido en 1994) a 0,5 y, finalmente, a 0,3 gramos. “Se hizo en siete meses y no pasó nada. No hubo ni una sola voz discordante por haberlo bajado tan rápido”, dijo su presidente, Gerardo Barrios. “La sociedad está madura para hacerlo”, agregó. El candidato por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, afirmó esta semana que si vuelve a sentarse en el sillón presidencial, será “totalmente intransigente” con el alcohol.

Según adelantó Barrios, el anteproyecto solo comprende la reducción de la tasa; no incluye nuevas sanciones. “Cuando se ponen más cosas, se generan más obstáculos”, dijo a El Observador.

Sin embargo, para Arturo Borges, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), la aplicación de la nueva norma treaerá algunos problemas: desde las modificaciones de las pólizas de seguros hasta las implicancias judiciales. “No precisamos tasa cero, sino tolerancia cero”, afirmó. Los términos no son sinónimos. El último implica un férreo control para que ningún usuario de la vía pública circule en infracción.

¿Solo buen marketing?
De aprobarse el nuevo límite legal, Uruguay pasaría a formar parte de un selecto club. Solo ocho países han adoptado una tasa cero para el consumo de alcohol y la conducción vehicular. En la región, solo Brasil y la provincia argentina de Córdoba han dado este paso.

La actual tasa de 0,3 gramos de alcohol por litro de sangre ya es mucho más rigurosa que la normativa de muchos países desarrollados. El máximo legal permitido en Inglaterra es de 0,8 gramos. En algunos estados de Estados Unidos, por ejemplo, una espirometría de 1,2 gramos recibe solo una sanción administrativa. Aquí amerita una comparecencia ante la Justicia. No obstante, organismos internacionales insisten en que la única tasa segura es no tomar ni una gota. Una concentración de 0,25 gramos de alcohol ya produce excitabilidad emocional, mayor tolerancia al riesgo y subestimación de la velocidad; por lo que el riesgo se multiplica por dos. Pero mientras Uruguay sufre una tasa de 16,5 fallecidos cada 100.000 habitantes; Inglaterra ostenta una envidiable tasa de 4.

Entonces, ¿la tasa cero es eficaz? Para Barrios, la medida contribuirá a bajar a la mitad la cantidad de fallecidos en 10 años. Todavía se está lejos del objetivo de la Década de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020 por el que no se quiere sobrepasar los 278 muertos.

Expertos consultados por El Observador no comparten la opinión de Barrios. Horacio Botta Bernaus, abogado argentino especializado en tránsito y accidentalidad vial, dijo que tras haber intervenido profesionalmente en más de 23.000 siniestros fatales, solo ha visto “poquísimas veces” que una intoxicación de menos de 0,5 gramos “haya sido la determinante de las tragedias”. Y añadió: “La alcoholemia cero plantea más posibilidades de conflictos que de beneficios concretos en la búsqueda de acciones que disminuyan la siniestralidad vial. Es una medida que, en general, causa buen marketing”.

Borges, también perito accidentólogo, sostuvo que la tasa cero “es inaplicable” en el contexto nacional de desobediencia de las normas. “Ningún país serio tiene tasa cero”, ilustró. Si bien entiende que el consumo abusivo de alcohol es un problema de salud pública, no es, a su juicio, la causa principal de accidentes. Primero hay que atacar el exceso de velocidad y las distracciones al volante. La tasa cero “es irreal si no se tiene la garantía de la fiscalización”, señaló.

La experiencia brasilera es el ejemplo para la Unasev. En 2008 se instauró la llamada “Ley Seca” al bajar de 0,6 gramos a cero. En seis meses, las internaciones hospitalarias por siniestros bajaron un 23%; mientras que las muertes se recortaron en 26%. En el primer año, la cifra de muertos cayó a la mitad. Un dato esencial para Barrios es que la medida influyó también en otras situaciones de violencia vinculadas al alcohol: bajaron los homicidios, los suicidios y la violencia doméstica. Mismo fenómeno se registra en Río Branco (Cerro Largo) donde es ínfima la cantidad de espirometrías positivas. Empero, Borges cuestionó el caso brasilero debido a que la norma impuso hasta penas de prisión. “Dio resultados pero a fuerza de amenazas”, apuntó.

Para Borges, un paso más inteligente sería establecer una tasa diferencial para jóvenes o para conductores novatos. Pero esto fue rechazado por Barrios. Ya le parece un “absurdo” que existe otra medida legal para los profesionales (cuya tasa es cero desde 1994). “El amateur sabe que se puede mandar un vasito de whisky y que eso tiene efectos en la conducción y capaz lleva más pasajeros que un profesional”, argumentó. Y completó: “El alcohol va a tener el mismo efecto si es o no un conductor experiente”.

Mitos y creencias
Un perito forense dijo a El Observador que no hay diferencia técnica entre cero y 0,3. “Hay un pequeño margen de error en la práctica. Lo cierto es que no hay que tomar ni una copa”, comentó. No obstante, Botta Bernaus consideró que los “defectos propios” de los instrumentos de medición, además de “enfermedades (como la diabetes), medicamentos o enjuagues bucales” podrían “generar errores de medición que traerían molestias, enojos y hasta descrédito de la buena intención de promover que no se conduzca si se ha bebido”. Para Barrios, esto cae en el terreno de los mitos. “Todo eso ha quedado en el olvido”, afirmó.

 

Nota Original: El Observador